Existe cierta tendencia entre algunos bikers a buscar en algunos de los suplementos (barritas energéticas, geles, bebidas deportivas o licuados de proteínas) las necesidades energéticas que el ciclismo de montaña demanda. Pero la realidad es que no es necesario recurrir a estos productos a no ser que no estemos hablando de un entrenamiento muy exigente, ya que siguiendo una correcta alimentación podemos suministrar al organismo con los nutrientes necesarios para entrenar y rendir adecuadamente.
La idea básica que debemos tener muy clara es que el ciclismo es un deporte de resistencia y, por lo tanto, demanda unas grandes cantidades de energía.
La energía que consumen nuestras piernas al pedalear proviene principalmente de dos fuentes: las grasas y el glucógeno (azúcares o hidratos de carbono). Las grasas están consideradas como un combustible prácticamente inagotable por dos motivos: aportan gran energía y la cantidad que almacenamos en el organismo es muy grande (aunque estemos delgados).
El problema es que el otro combustible, el glucógeno, se agota relativamente rápido, lo que provoca que aparezca una sensación de cansancio o vaciamiento, ya que la energía que nos aporta las grasas sólo nos sirve para ir a un esfuerzo de baja intensidad.
Por lo tanto, lo más importante que podemos hacer para entrenar y rendir mejor es asegurarnos de que nuestras reservas de glucógeno están a tope antes de empezar a pedalear. Esto lo conseguimos siguiendo una dieta alta en hidratos de carbono durante los días previos a la competencia: pan, cereal, pasta, arroz, fruta, entre otros. Las necesidades de proteínas no son especialmente elevadas, por lo que es fácil que con una dieta normal ya tengas un aporte suficiente. En cuanto a las grasas, se deben evitar las saturadas que se encuentran en los siguientes productos: panadería industrial, embutidos derivados del cerdo y fritangas.